Caminante sin rumbo
Por: Alejandro Jiménez-Schroeder
Bajé del autobús abandonando aquella
luz de luna que había encontrado en su mirada. “Todo va estar bien” pensé,
mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad. “Todo está bien” me repetí
para dar el primer paso, más sabía que aquello era mentira. Ese día la tarde
calló más temprano de lo habitual; y mientras los minutos pasaban; el centro de
la ciudad se iba llenando de sombras, de ruidos, de gente.
A mi cabeza llegó la pregunta
¿Quién soy?, más no sabía si aquella pregunta era recuerdo o pensamiento. Mientras veía cómo la oscuridad usurpaba los rostros
de la gente, la noche iba tornándose en forma de mujer, y seducía a los
transeúntes poco a poco. En aquella
esquina aparece una mujer de besos gastados, que a sus treinta y tantos, aún no
sabía que era amar. En la acera de enfrente,
“Sin querer” dos hombres chocan, y la
billetera cambia de dueño. Caen papeles, basura, desechos con tan sutil ruido
que ensordece a los ambientalistas.
Pasos acelerados, mi bolso lo he perdido una joven grita, y otros dos se besan
junto al callejón. Cierro los ojos, y empiezo a despertar. ¡Despierta! Escucho mi
propia voz que dice: - ¡Estas en el centro de la ciudad! Debes despertar, pero no puede abrir más estos ojos, que en la
mañana había abierto. ¡Recordé que no es lo mismo ver que mirar, más no
comprendí la diferencia! Parado allí impávido llega la imagen de unos ojos que
se abren dos veces, y se desdoblan una y otra vez. La ciudad, es un tanto
igual, pensé: día tras día cae la tarde y las sombras cubren la ciudad,
acercándonos a un infierno al que nunca sabemos llegar, o del que quizás somos
capaces de salir. Mientras mi cabeza contemplaba las alternativas y razones de por qué debía caminar; los
segundos avanzan sin preguntarme, ni dar permiso; en el preciso instante en que me disponía
caminar, el semáforo cambió de color, y
una bandada de hombres pájaros me arrastró sin rumbo, y sin destino, mientras
me desdibujaba en las fisuras de la ciudad.
Una alarma sonó y los hombres
pájaros alzaron vuelo, dejándome solo. Sólo caminaba, como el otro día, que caminaba
por el centro de la ciudad, cabeza gacha y con semblante entristecido, mientras
pensaba una y otra vez las frases de una canción “el mundo es una pesadilla, y yo sigo tan feliz. El mundo, se derrumba y
gira, pido disculpas, por vivir” poco, taciturna y pensativa por la
situación del mundo como esta. Por el ritmo de la vida en que las cosas parecen
ir, nada bien, o para decirlo de otra manera,
no del todo bien. De repente, de
la rama de un árbol un pajarito me llamó: - ¡Hola ¡¿Quién eres? Me preguntó- Al
principio no comprendí la situación, pero al ver que el pajarito se dirigía a
mí, le respondí ¿Quién yo? Quien eres tú? Le advertí El pajarito quedose
mirándome, y luego de unos segundos responde: Yo, soy un pajarito. Y quien eres
tú?
-
Su pregunta, esta vez no me había dejado
perplejo, era el simple hecho de haber establecido una conversación con uno
animal, del que se supone, ni siquiera debería hablar. Bueno, soy Leandro,
escritor…le respondí: ¡Escritor! Repitió con cierta impresión de asombro en su
voz. Que maravilloso, eres tu una de
esas personas que transforman sus pensamientos y sentimientos en palabras, para
contar muchas historias... ¡Si, pero noo! Le respondí, no quería que pensara que era un vulgar
escritor. Era un escritor de oficio, en mi trabajo hacía cosas serias como
crónicas y artículos para decenas de periódicos, pero percaté que el pajarito no había terminado de
hablar […] “los escritores me parecen seres maravillosos en realidad. Tienen la
virtud de transformar sus vidas, y la de otras personas con el don de la palabra”
afirmó.
Yo me quedé un instante pensando
en aquello que significaban sus palabras, pero antes de que cayera nuevamente
en cuenta, el pajarito había extendido sus alas y empezado su vuelo mientras
decía “Adiós Buena suerte Leandro escribidor de historias… que las palabras
iluminen tu camino”
Seguí caminando y bastante atónito
por aquella situación, más aún, luego de comprobar que no me encontraba
dormido, ni en ninguna clase de sueño.
Seguí caminando, como cuando las
personas respiran…por hábito, por costumbre, o porque no hay otra opción.
Caminé y caminé sin saber a dónde iba, con la esperanza de llegar algún lugar
que pareciera conocido. De repente, escuche que detrás de un arbusto me hacían
señas “pss, pss….amigo, ¿Quién eres?”
Al principio no vi de quien se
trataba, hasta que al fijar mi mirada percaté que era un conejo quien me
hablaba ¿Quién soy, me preguntó? ¡Dios! Estay
enloqueciendo pensé, más no había terminado de afirmarlo, cuando conejo
nuevamente volvió a llamar mi atención: “amigo, ¿Quién eres?”
Si bien la breve conversación con
el pájaro había sido amistosa, comencé a pensar que aquello podría tratarse de
alguna trampa, por lo que pensé en no dar de mi ninguna información.
¿Quién soy yo? La pregunta es
quien eres tu Conejo…le pregunté- tratando de salirle al paso. ¡¡Ahh, que
dicha…me conoces amigo!! Yo soy un viejo conejo que ha vivido muchos años en
este bosque, pero ¿Quién eres tú?
¡Yo soy un joven! Le respondí, un
poco enojado, pues no entendía bien por qué todo el mundo me preguntaba quién
era yo.
De repente, el conejo abrió sus
ojos y dio un brinco hacia mi ¡¡Amigo!! Alegría infinita me llega a través de
ti al saber que eres joven, joven, joven. Yo no soy tan joven ya, pero recuerdo
bien aquellos años de dicha en que se es lo bastante grande para tomar tus
propias decisiones, pero no tan viejo, como para perder el gusto y el asombro
por la vida. (ADIOS JOVEN AMIGO Se despidió)
Miré extrañado aquel conejo, pero
esta ocasión no tanto porque fuera un animal que hablara, sino por las cosas
extrañas que decía. ¿Ser joven una bendición? ¡Dios!! Este mundo ahora si se
enloqueció, y como si fuera poco, solo hay que recordar la televisión
¡Telebasura!, Comerciales, mentiras, y más mentiras para mostrar una belleza
que es irreal, mentiras para pasar culpables por inocentes, mentiras rosas para olvidar las mentiras que acabaron
de decir los políticos, o los muertos del día de hoy, mentiras para creer que
la realidad es una marca, una balón, un personaje de farándula que sale por
todos los medios de comunicación!! Malditos pájaros, malditos los conejos que
me pregunta, ¿Quién soy? Quienes son ellos para cuestionarme, si yo simplemente
quiero dejar de pensar, pero no puedo.
Con enojo seguí caminando, ya no
solo sin rumbo, sino sin sentido. Paso tras paso iba trozando ramitas y hojas que se interponían en mi camino, sin
poder escuchar mis pensamientos con claridad. “¡Telenovelas! ¡Malditos asesinos! Era un niño, ¿cómo pudieron?,
Corrupc... - Explota carro boom/#EnOtrasNoticias, el desempleo aumenta el 12%,
luego de dos años de matrimonio, la estrella de pop, se piensa divo...”
Palabras y ruidos rondaban mi
cabeza, hasta que de repente, dejé de escuchar mis pensamientos. De un momento
a otro, lo único que llamaba mi atención era un ruido ensordecedor. Entre
ruidos pude escuchar las palabras “¿Cómo te llamas ser?” más no escuche con
claridad, mas todo lo que oía allí era ruido, y más ruido.
Seguí caminando para comprender
de dónde venía aquel ruido, pero mientras más caminaba, más fuerte se oía, y
menos mis pensamientos podía escuchar.
¡Pero este mundo está vuelto…! Trataba de aferrarme a mis pensamientos,
pero mi mente ya no me pertenecía.
Seguía aquel ruido que lentamente iba cautivando mi ser, hasta que
llegue a la orilla del rio. Era un gran caudal aquel corría por el río. El rio
se veía bastante revuelto, pero lo que más me impactaba era la fuerza con la
que golpeaba las piedras, lo que me dejaba sin poder escucharme…
En una, dos, tres ocasiones trate
de recordar aquello que me había indispuesto tanto, pero junto aquel rio,
aquello parecía no importar, o más aún, estaba tan cansado, que no podía pensar.
Por lo que me acosté junto al rio, y sin darme cuenta, en sueños entré. ¿Cómo
te llamas Ser? Una voz me preguntó, pero esta vez, pude escucharle con
claridad. Aquel sonido venía del rio, del agua,
que se había puesto en calma.
¿Por qué me llamas ser? Le
pregunté, si ni siquiera me conoces? Y el agua me respondió, te conozco, porque
estás aquí ahora junto a mí. Eres Ser, porque existes, pero sobre todo, porque
puedes cambiar lo que hay. Puedes agitar mis aguas, y me pondré turbia, puedes
adentrarte en mí y Ser uno con el universo, puedes quedarte quieto, y serás aún
Ser, pues la sombra que de alivio a otros, siempre será.
Al despertar, las aguas del rio
se encontraban mansas, como si hubiera pasado aquel viento que agitaba el agua.
Me quedé mirando al rio, reflexionando en sus palabras ¡Adiós amigo! Soy un Ser Humano, y que está
en búsquedas, a veces se pierde, y a veces se encuentra.